AUDIOGUÍA

El Sendero del Maquis de San Martín de Boniches

Martín Ródenas es o era un pastor hijo de pastores, de siempre un desheredado. Nacido en las Casas de la Menglana un día del año 1920, desde joven se había aficionado a tocar el acordeón en los bailes, donde siempre le gustaba acompañar todo con una copla a viva voz.

A pesar de su juventud, luchó en la guerra, en el bando republicando, formando parte de aquellos llamados Quinta del Biberón, y que a pesar de sus años defendieron el Ebro con pasión. Pues Martín conocía bien los avances que la República había significado pues él, al contrario que sus padres y abuelos, había podido, al menos, ir a la escuela.

Pasado el conflicto, una vida sencilla y silenciosa continuó. Se casó y hasta dos hijos tuvo. Pronto, en el año 1946, en cuanto supo de su existencia, se convirtió en un acérrimo defensor del maqui, sirviéndoles de enlace. 

Hasta que en septiembre de 1949 se echó, junto a muchos otros vecinos, al monte, y desde entonces dejó de ser Martín para pasar a ser “El Músico”, por su antigua afición.

Era principios de mayo del año 1951, cuando “El Músico” se dirige al pueblo en plena noche a recoger víveres en la Casa de la Señora Eugenia para llevarlos a La Menglana, dónde está esperando el resto del grupo de guerrilleros. La vuelta se convertirá en un camino de introspección y recuerdo, fruto de su baja moral, en busca del silencio y el final.

Audioguía de la ruta “El Sendero del Maquis de San Martín de Boniches”

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Mapa de la ruta “El Sendero del Maquis de San Martín de Boniches”

Sigue el guión del "Sendero del Maquis de San Martín de Boniches"

1. Los primeros recuerdos del maquis

Martín Ródenas, el que fuera pastor hijo de pastores, lleva casi dos años siendo un maqui. Apodado “El Músico” por la que fuera su gran afición en los bailes de La Menglana, donde se crió, se interna en la oscuridad del pueblo en busca de víveres para sus compañeros guerrilleros…

Aunque ya estaba entrando mayo, aquel año de 1951 parecía querer aguantar el invierno. Martín Ródenas, apodado “El Músico” por sus compañeros maquis, se adentraba en la fría noche entre las callejuelas de su pueblo, San Martín de Boniches. A pesar de la oscuridad que acaparaba cada esquina, Martín reconocía el camino hasta la Casa de la Señora Eugenia, donde debía recoger unos víveres para llevarlos al campamento de la guerrilla, allá en las Casas de la Menglana.

Venía de visitar, en un mudo encuentro, a su esposa, y de besar la frente de sus hijos dormidos. Tanto tiempo alejado de ellos, se recordaba que eran la razón por la que se había echado al monte, para que pudieran imaginar los mundos que él vivió cuando era joven, las libertades de la República.

Al cruzar la plaza, vino a su memoria su primer recuerdo del maquis, cuando él todavía no era más que un simple pastor hijo de pastores. Casi cinco años atrás, durante la noche del 19 de septiembre de 1946, una partida comandada por “Paisano” entró en el pueblo. Tras pasear por las calles, se dirigieron al Ayuntamiento, donde juntaron al alcalde, su familia, al cabo, al auxiliar del secretario y a dos mujeres más; y robaron los sellos, una máquina de escribir, la escopeta del alcalde, así como rompieron los retratos de Franco y de Primo de Rivera. Interrogaron sobre la ubicación de la caja de fondos del ayuntamiento y sobre qué vecinos eran miembros de la contrapartida. Menudo revuelo se montó en el pueblo con aquella pintada que habían hecho escribiendo “Muera Franco y más libertad”. No se hablaba de otra cosa durante las siguientes semanas, siempre lejos de los guardias, el alcalde o el cura, claro. 

Desde ese día, su admiración por esos valientes que se atrevían a retar al régimen que los había humillado no paró de crecer. Así, empezó a ayudarles como enlace…

2. Las deserciones de la guerrilla

Profundamente desmoralizado, volvía Martín “El Músico” camino de la Menglana pensando en desertar, como ya habían hecho otros compañeros y vecinos como “Alfaro”, “José” o “Agapito”. Pero no podía parar de pensar en Prudencio Yuste, el que fue su amigo, y que fue ajusticiado con tal de no entregarse.

Ubicación: La Cabezuela

De vuelta al campamento de La Menglana, cargado con comida y algunos ropajes, Martín cruzó el paraje conocido como La Cabezuela. Irónicamente, fue este el lugar elegido para esconderse para el vecino del somatén, es decir, la agrupación antiguerrillera, que buscaban los maquis en aquel septiembre del año 1946. Se enteraron semanas más tarde de dónde se había ocultado…

Desde luego eran otros tiempos, en los que la influencia de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón, el AGLA por sus siglas, no cesaba de crecer. Los años de 1947 y 1948 pudieron suponer todo un jaque a las fuerzas oficiales, sobre todo con los sabotajes a la vías del tren que une Madrid con Valencia. Pero desde lo de Cerro Moreno nada fue igual, la moral estaba por los suelos.

Y es que “El Músico” se estaba pensando dejar de una vez la guerrilla y trabajar en silencio los pastos, enseñando este milenario oficio a sus hijos. Y así, en silencio, esperar a tiempos mejores. Pero no podía olvidar los rumores que ya recorrían la guerrilla, sobre el ajusticiamiento de su amigo Prudencio Yuste Ribes, al que llamaban “Pedro”, a manos del comandante “El Manco de la Pesquera”, apenas hace unas semanas. Él era quien le había enseñado a tocar el acordeón para los bailes de La Menglana, donde se había criado. Quizás querría desertar, pero, ¿y qué? No es justicia querer acabar con la libertad de un hombre.

Pues muchos ya habían desertado y se habían entregado a la Guardia Civil en los menos de 2 años en los que Martín había pertenecido a la guerrilla. Sólo de conocidos de San Martín de Boniches, conocía al menos 3 casos: el primero fue Melitón Ruíz Pérez, al que llamaban “Alfaro”, que desapareció después de lo que pasó en Cerro Moreno, hasta que se presentó a la Guardia Civil en enero de 1950; luego le seguiría su hermano Jesús, al que conocían como “José”, que se presentó en septiembre de ese año; por último, también lo hizo Daniel Navarro Cruz “Agapito”. Este parece ser que ahora colabora con la contrapartida, o eso dicen…

3. El asalto al Molino de Abajo de 1946

Al acercarse al caz donde se situaba el Molino de Abajo, “El Músico” recuerda el suceso que allí aconteció antes de unirse a la guerrilla, en el verano de 1946, cuando los maquis asaltaron y robaron al molinero, como respuesta a su colaboración con la Guardia Civil.

Ubicación: Molino de Abajo

Había que andarse con cuidado por estos caminos, pues varios vecinos podrían avisar a la Guardia Civil de su presencia. Algunos seguro que por convicción, pero muchos sin duda por miedo… Por eso prefería Martín andar por medio del monte, pero en plena oscuridad tenía miedo de perderse.

Muchos de estos vecinos se organizaban en una especie de milicia que luchaba contra la guerrilla antifranquista. Muchos de los compañeros que venían del Levante decían que formaban parte del somatén.

Con el rumor del curso del río San Martín, “El Músico” pudo avistar una simple edificación cerca de su orilla, junto al caz que también era utilizado para regar los huertos. Era el Molino de Abajo y el molinero, Victoriano Yuste Ribes, era un conocido somatenista. De hecho, el 28 de julio de 1946 fue atacado por diez guerrilleros comandados por “Ibañez”, adueñándose de 1280 pesetas, algo de ropa, comida y una escopeta.

Los molineros y renteros, al estar fuera de los cascos urbanos, eran los más afectados por las incursiones de los maquis. Pero también los más presionados por la Guardia Civil, pues ellos podían tener mayor conocimiento sobre la ubicación exacta de los guerrilleros.

Eran otros tiempos cuando era él, el propio Martín, quien, acompañando a su abuelo, llevaban el poco grano cosechado a este mismo molino para obtener el mínimo de harina para que la familia pudiera sobrevivir. ¿Cómo no iban a soñar con una Revolución que calmara sus sueños y su hambre, cuando no habían conocido más que la miseria? Unos sueños que se escaparon en aquella guerra perdida… Martín, a pesar de su juventud en aquel entonces, luchó en las filas del bando republicano. Los de la Quinta del Biberón les llamaron… ¿Qué hubiera ocurrido si el final hubiera sido distinto?

4. La organización del A.G.L.A. El papel de los enlaces

Desde que tantos vecinos se habían unido a la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón existen problemas logísticos. Pues antes de guerrilleros fueron en su mayoría enlaces, vecinos y vecinas que, si bien no agarraban el fusil, los apoyaban con comida, ropas o refugio.

Ubicación: Collado Molar

Mientras rodeaba el Collado Molar, Martín no podía parar de agradecer el apoyo a la Señora Eugenia quien, sin contárselo ni a su marido, seguía ayudándolos. Desde que en septiembre de 1949 se fueran tantos vecinos de San Martín de Boniches, entre ellos el propio Martín, toda la red de enlaces, que implicaba a tantos vecinos y vecinas, se vino abajo.

El papel de estos enlaces era crucial como apoyo logístico. Antes de echarse al monte también, Cayo Alcalá era el jefe de la célula de apoyo, sin duda, era el cabeza de los enlaces de San Martín de Boniches. También le ayudaban Melitón y Jesús Ruiz, cuñados suyos, hasta que se unieron a la guerrilla también. Melitón llevaba los víveres hasta la Hoya de los Molinos, y Jesús al Bercolosillo. Pero había mucha más gente, como Aurelio Huerta, que se trasladaba a pueblos cercanos para comprarles víveres, o Emencio Alcalá, quien hacía lo que hoy le toca a Martín, llevarles todo a los campamentos. Todos ellos acabaron en el maquis y algunos, desgraciadamente, ya están muertos.

Al final se trataba, casi todo, de familias, como la Alcalá Ruiz o la Navarro Cruz. Pero desde la huida masiva al monte hace dos años existen problemas logísticos en esta zona. Y eso que al menos Francisco Hinarejos, el que fue alcalde en la República siendo miembro de la CNT, les sigue apoyando. Y también Hilario Valero, que siempre que sale con su ganado y sabe que Martín y sus compañeros están por la zona les lleva algo de comida. Pero no es suficiente para apaciguar a la hambrienta y cansada guerrilla. No es la primera vez que a Martín le toca hacer este viaje… 

Pues no están tantos compañeros como en los tiempos en los que el grupo de “Paisano” patrullaba estas tierras, pero siguen siendo muchos, pues parece que los restos del 5º Sector se están arremolinando en torno a estos parajes. Martín, bajo las órdenes de “Roberto”, formaba parte de un grupo bastante numeroso, al que pertenecían, además, algunas mujeres, como “Celia”, “Blanca”, “Sole” o “Rosita”, por lo visto a refugio en la Cueva Mediana, no muy lejos de La Menglana. Pero hasta es posible que el grupo comandado por “El Manco de la Pesquera” llegue mañana también al campamento, incluso quizás algún enlace del Estado Mayor del 5º Sector, que pueda dar parte sobre la situación de la guerrilla en esta región a los jefes del AGLA. Eso de hacer frontera con el 11º Sector, y con lo frondosos que son estos monte, hace que siempre se junten varios grupos por la zona..

5. La muerte de Cayo Alcalá Laguna “Felipe”

Martín se para en este paraje para recordar a un hombre que soñó cuando no se podía, y que luchó para que el resto también pudiera soñar. Se trata de Cayo Alcalá Laguna, “Felipe” para sus compañeros de la guerrilla.

Ubicación: La Rebollosa

Cayo era un referente en su vida. Un hombre de valores, era apreciado por todos sus vecinos de La Menglana, y también por el resto de vecinos y vecinas de San Martín de Boniches. Cuando le detuvieron el 28 de septiembre de 1949, acusándole de apoyo al maquis, es cuando todo sucedió, y la mayoría se echaron al monte ante el miedo a ser los siguientes. Sin embargo, lo liberaron días más tarde, y en seguida decidió unirse al AGLA, donde ya estaban sus hijos y sus cuñados. Desde entonces, dejó de ser Cayo y se convirtió en “Felipe”, un respetado guerrillero del grupo.

Hacía un año que lo habían asesinado justo por donde Martín paseaba, en el paraje de La Rebollosa, donde la Casilla del Tío Fermín. Acompañado por el guerrillero conocido como “Sastre”, fueron tiroteados en plena oscuridad. Alguien se había chivado a la Guardia Civil…

“Sastre” consiguió huir, no tanto así “Felipe”, que recibió disparos en la pierna y no pudo escapar. Dicen que consiguió acabar con dos guardias antes de ser apresado. A pesar de que lo torturaron, no dió nombres. ¡Qué gran compañero!

Quizás por eso murió tiempo después en el propio Cuartel de la Guardia Civil de Carboneras de Guadazaón. Quizás por eso nunca fue curado adecuadamente. 

Desde que esto sucedió, el grupo de “Paisano” en la zona se disolvió, reubicando a muchos de ellos en el grupo de “Roberto”. Que sirva este paraje como recuerdo de un hombre que soñó cuando no se podía, y que luchó para que el resto también pudiera soñar…

6. La huida al monte de los maquis de San Martín de Boniches en septiembre de 1949

Tras conocer de la detención de Cayo Alcalá en septiembre del 49, el temor se apoderó de todos los enlaces de San Martín de Boniches. Diez se echaron al monte esa noche. Al día siguiente iría el número once, Marino Alcalá. Tres más se unirían días más tarde. Juntos, formaron los catorce de San Martín de Boniches.

Ubicación: El Mulatón

Al adentrarse en el monte de El Muletón, Martín se acordó de su primera noche como maqui. Y es que no muy lejos de ahí estaba la Cueva de los Heridos, donde pasaron su primera noche.

Tras conocer de la detención de Cayo Alcalá en septiembre del 49, el temor se apoderó de todos los enlaces. Y es que también tenían encarcelado a “Regino”, uno de los guerrilleros de la zona, con la intención de que delatara a todos los que habían apoyado al AGLA. Así que diez enlaces del pueblo, ante el temor de la represión, se echaron al monte, durmiendo esa noche en El Castelar. Al día siguiente iría el número once, Marino Alcalá. Serían todos recogidos por el experimentado guerrillero “Paisano” y conducidos al campamento en la “Cueva de los Heridos”.

Los once que huyeron fueron: Emencio Alcalá Ruiz, conocido como “Germán”; Aurelio Huerta Pla, conocido como “Nicasio”; Basilio López Alarte, conocido como “Ángel”; Daniel Navarro Cruz, conocido como “Agapito”; Francisco Navarro Cruz, conocido como “Manolo”; Jesús Ruiz Pérez, conocido como “José”; Melitón Ruíz Pérez, conocido como “Alfaro”; Heliodoro Sánchez Huerta, conocido como “Asturias”; Julián Sánchez Huerta, conocido como “Martín”; Prudencio Yuste Ribes, conocido como “Pedro”; y Marino Alcalá Ruíz, conocido como “Fermín”. Tres más se unirían días más tarde, a principios de octubre, principalmente por motivos familiares: Cayo Alcalá Laguna, conocido como “Felipe”; Amador Huerta Jiménez, conocido como “Cándido”; y Antonino Pérez Hernández “Conrado”.

Después, comenzaron una larga marcha que se alargó tres días. Tras cruzar el río San Martín, llegarían al campamento base del Sector, en El Pico del Águila, en Monteagudo de las Salinas.

Tan impactante fue este suceso que hizo que se desplazara al pueblo en octubre el mismo Gobernador Civil de Cuenca, Gabriel Juliá Andreu. El representante de la dictadura en la provincia, vamos… Y todo para prometerles a los familiares, especialmente a las madres, que si los que se acababan de echar al monte volvían a sus casas no les pasaría nada. Que no habría represalias… Ninguno les creyó, prueba habían dado de ello con su represión. Tampoco “El Músico” cambió de opinión. Era la hora de pasar a la acción…

7. Los refugios de San Martín de Boniches. El caso del búnker de El Bercoloso.

Este pueblo bañado por el río San Martín cuenta con una orografía profunda y boscosa que sirve de perfecto refugio. Muchos parajes habían servido de refugio para “El Músico” y sus compañeros. El más importante, el conocido como búnker de El Bercoloso.

Ubicación: El Bercoloso

Y es que como el término de San Martín de Boniches no hay otro para esconderse y refugiarse. Es el sitio idóneo para las intenciones de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón. Este pueblo bañado por el río San Martín cuenta con una orografía profunda y boscosa que sirve de perfecto refugio.

Y es que San Martín cuenta con muchos montes, como la Sierra de las Cuerdas, Collado Molar, La Retuerta, La Rebollosa, La Menglana, Cueva Mediana, Cabeza del Royo, el Rufel, el Haba y, sobre todo, El Muletón y el “búnker” de El Bercoloso, dos de los lugares donde se sitúan habitualmente los grupos guerrilleros de la zona.

Quizás para muchos, pensaba Martín, no son más que nombres sin importancia, condenados al olvido, pero para él guardan infinidad de esperanzas de igualdad, libertad y fraternidad truncadas por la aplastante realidad de la fuerza de la dictadura franquista. 

Cuando se junte el grupo en la Menglana de Abajo, irán a refugiarse unos días al “búnker” de El Bercoloso, no muy lejos de por donde Martín ahora caminaba. Y es que se había convertido, de manera extraoficial, en el campamento principal del 5º Sector, desde donde se comunicaban con los del 11º Sector y con el Estado Mayor.

Aunque de “búnker” no tenía mucho ninguno de estos lugares. Eran, en esencia, sencillos campamentos que aprovechaban algún abrigo natural, como cuevas o vegetación, para ocultarse y abrigarse. Pues los inviernos en esta tierra no eran sencillos. Aún así, no distaban mucho de la casa donde se había criado, pensó “Martín”, una simple choza de piedra seca con agujeros en las paredes y goteras en el techo. El calor de la familia lo era todo. Ahora su familia eran los otros guerrilleros…

8. Las muertes de los maquis “Manolo” y “Martín”

A principios de mayo de 1951, sólo quedaban en activo dos de los catorce guerrilleros originales de San Martín de Boniches. “El Músico” recuerda las muertes de “Manolo” y “Martín”, sus vecinos y amigos.

Ubicación: La Retuerta

¡Qué largo se le estaba haciendo el camino a Martín! Aquel camino que había realizado infinidad de veces con las ovejas… Pero hoy era diferente, tenía el ánimo por los suelos. De los catorce compañeros de San Martín de Boniches que “El Músico” había conocido, nueve ya no estaban, habían muerto.

Además de “Felipe” y “Pedro”, el que fue ajusticiado, ahora sus recuerdos estaban en “Manolo” y “Martín”, que habían muerto hacía casi ya un año, en el año 50. Francisco Navarro Cruz, al que llamaban “Manolo” había muerto en mayo del año anterior, el día 27. Estando junto a otro guerrillero llamado “Valencia” cerca del pueblo de Arcos de la Sierra, fueron abatidos en el campamento por la Guardia Civil. Por lo que se rumorea, fue uno de los jefes de la contrata de la resina, uno de esos ricachones afines al régimen, quien los había denunciado. 

Pero más trágica fue la muerte de Julián Sánchez Huerta, al que llamaban “Martín”, ya que creen que se debió a un chivatazo de un guerrillero que acababa de desertar, “Elías”. Por lo visto, desde que las compañeras se habían unido a la guerrilla, este “Elías” no paraba de quejarse, y dicen que cuando se marchó a su pueblo, a Chillarón, les dijo a los guardias donde podían encontrar a sus compañeros, dónde estaba el campamento más cercano. Este refugio se encontraba en plena Sierra de Bascuñana, junto a la Fuente de la Zarza, en el Cerro de la Semilla. Y allí les esperó la guardia civil a que los maquis volvieran de recoger suministros. Los sorprendieron en fila india por un estrecho camino, masacrándolos. Murieron cuatro de los seis guerrilleros que componían la comitiva. Julián Sánchez era uno de ellos.

Sólo quedan en pie 5 de los 14 guerrilleros que conoció. Y 3 ya desertaron y se presentaron a la Guardia Civil. “Germán”, uno de los que aún sobreviven, estará esperándole en el campamento. Pero, ¿y Heliodoro Sánchez, al que conocían como “Asturias”? “El Músico” sólo sabía que había sido destinado a la zona de Villarta. ¿Volverá a verle algún día?

9. Los sucesos de Cerro Moreno de 1949

El 7 de noviembre de 1949 el campamento de los maquis en Cerro Moreno, en el término municipal de Santa Cruz de Moya, es asaltado por la Guardia Civil, masacrando a todos los guerrilleros que allí se encontraron. Entre ellos, cinco de los vecinos de San Martín de Boniches incorporados hacía apenas un mes. Fue el principio del fin del AGLA.

Ubicación: Menglana de Arriba

Porque cinco de los catorce conocidos que huyeron desde San Martín de Boniches en septiembre de 1949 murieron al poco de integrarse en el AGLA.

Al poco de llegar todos al campamento base del Sector, en El Pico del Águila, en Monteagudo de las Salinas, seis miembros del grupo fueron destinados al campamento del Cerro Moreno, en el término municipal de Santa Cruz de Moya. Era necesaria una reorganización para poder gestionar la incorporación tan numerosa producida en un sólo día.

Los seis vecinos destinados a Cerro Moreno fueron: “Fermín”, “Cándido”, “Nicasio”, “Ángel», “Conrado” y “Alfaro”. El día 7 de noviembre la Guardia Civil rodeó el campamento por todos los flancos y mató a todos los guerrilleros que allí estaban. “Fermín”, “Cándido”, “Nicasio”, “Ángel» y “Conrado” murieron ese día, apenas un mes después de haberse echado al monte.

“Alfaro”, el único superviviente, lo fue porque dos días antes había salido con un grupo del campamento en busca de carne en la Sierra de Camarena. Encontraron un ganado en un corral en Arcos de las Salinas, robando varias ovejas para alimentar a la guerrilla. Llegaron de vuelta el día 8, un día después de la matanza, y observaron lo que había pasado, viendo a guardias bajando los cadáveres. Al día siguiente “Alfaro” abandonaría el grupo para ir a su casa en San Martín de Boniches, donde se ocultó hasta que se presentó a la Guardia Civil en enero de 1950.

Fue sin duda un antes y un después para la lucha armada contra la dictadura. Es el comienzo del fin del maquis, de un sueño que había inspirado a cientos de personas de una sociedad en igualdad. Las esperanzas de muchos se truncaron. Las vidas de unos pocos, entre ellos cinco vecinos de San Martín, también.

10. Final y silencio

“El Músico” llega el fin de su camino. Y sólo encontró silencio. Mucho silencio. Un silencio penetrante que atravesó generaciones y que tuvo que esperar hasta finales de los años 70 para comenzar a respirar. Pero no del todo. Y aún hoy, 75 años después, muchos siguen en cunetas, muchas muertes sin clarificar. Quizás ya es hora de empezar a hablar.

Ubicación: Menglana de Abajo

Ya estaba llegando Martín Ródenas “El Músico” al refugio donde se encontraba su grupo, en la Menglana de Abajo, el que había sido su hogar antes de casarse, cuando escuchó unos ruidos extraños entre las ramas de las encinas que rodeaban el lugar. Los compañeros estarían más abajo, no podían ser… Alguna alimaña quizás, aunque a estas horas…

Entonces se giró y vió un reflejo de la luna en una pieza de metal bajo una carrasco. Después, un destello y un estruendoso ¡PUM!

[silencio]

La sangre enarbola el cuerpo,
precipita la cabeza
y busca un hueco, una herida
por donde lanzarse afuera.

La sangre recorre el mundo
enjaulada, insatisfecha.
Las flores se desvanecen
devoradas por la hierba.
Ansias de matar invaden
el fondo de la azucena.
Acoplarse con metales
todos los cuerpos anhelan:
desposarse, poseerse
de una terrible manera.

Desaparecer: el ansia
general, creciente, reina.
Un fantasma de estandartes,
una bandera quimérica,
un mito de patrias: una
grave ficción de fronteras.

Músicas exasperadas,
duras como botas, huellan
la faz de las esperanzas
y de las entrañas tiernas.
Crepita el alma, la ira.
El llanto relampaguea.
¿Para qué quiero la luz
si tropiezo con tinieblas?

Pasiones como clarines,
coplas, trompas que aconsejan
devorarse ser a ser,
destruirse, piedra a piedra.
Relinchos. Retumbos. Truenos.
Salivazos. Besos. Ruedas.
Espuelas. Espadas locas
abren una herida inmensa.

Después, el silencio, mudo
de algodón, blanco de vendas,
cárdeno de cirugía,
mutilado de tristeza.
El silencio. Y el laurel
en un rincón de osamentas.
Y un tambor enamorado,
como un vientre tenso, suena
detrás del innumerable
muerto que jamás se aleja.

Alguién había avisado de su presencia en el pueblo aquella noche. Alguien sabía hacía dónde se dirigía. Los compañeros habían huido, pero él se convirtió en la siguiente víctima del sistema. Y después, silencio, mucho silencio…

Carteles de la ruta “El Sendero del Maquis de San Martín de Boniches”

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