Ana y su hermano Antiloquio, contemplando Quero al atardecer, charlan sobre cómo ha cambiado la vida y el pueblo. Se proponen contar cada uno sus historias y recuerdos antes de que anochezca…
Quero, en pleno corazón de la Mancha Húmeda, es tierra de humedales en torno a su vena principal: el río Gigüela. Desde estos parajes húmedos gobernados por la Laguna del Taray, la tierra comienza a desecarse en busca del otro gran protagonista, la sal, refugiado bajo las faldas del mismo pueblo, en la Laguna Grande.
Mientas que los humedales son vestigios de afamadas cacerías, pacientes horas de pesca o de trabajosas muelas del grano, la Laguna Grande es testigo del duro trabajo que vecinos y vecinas han realizado a lo largo de siglos, en aquellos templados crepúsculos o bajo la luz de la luna llena, para obtener la preciada sal.
Entretanto, un sinfín de pozos que pueblan este municipio, y que atestiguan el carácter dulce y somero de sus aguas. Tal es la calidad de las aguas que no hay quereño o quereña que no recuerde el afamado dicho: “¿Qué quieres que te traiga que voy a Quero? Una jarrita de agua del pozo nuevo”.
El proyecto Quero: entre el agua y la sal, financiado por el Ayuntamiento de Quero y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través de los fondos de la Unión Europea-Next Generation UE, tiene como objetivo principal la puesta en valor del patrimonio cultural, oficios y conocimientos ecológicos tradicionales asociados al ciclo del agua en el municipio de Quero.
Un homenaje a los miles de quereños y quereñas que nos precedieron, que ingeniaron soluciones para adaptar sus vidas al entorno de su pueblo y una dirección para las nuevas generaciones que andarán por los nuevos caminos.