VINDEL: UN PUEBLO VIDRIERO Y ARRIERO
Documentación y aproximación histórica al pueblo de Vindel, su fábrica de vidrio y la arriería
Cartel infografía
Documentos históricos sobre la fabricación de vidrio en Vindel
El proyecto
Los habitantes de Vindel mantuvieron durante siglos un oficio singular. Un oficio viajero con el cual, junto a sus mulos y burros, recorrían los caminos del país transportando y trajinando diferentes productos. El pueblo de Vindel era arriero. Si eran exclusivamente arrieros, realizaban entre diez y doce viajes al año. Si eran labradores, también eran arrieros. Pero entonces dedicaban entre seis y ocho viajes al año, cuando las faenas agrícolas lo permitían. Es importante mencionar que la media de cada viaje era treinta días. Ahí queda el dato y sus consecuentes cálculos. El resto de la población de Vindel eran leñadores, jornaleros y mujeres, que, sin aparecer en los textos, se ocupaban de salvaguardar, mientras realizaban las incesantes tareas del hogar y del campo, el pueblo y su vida.
Ser arriero tenía un por qué. Y es que resulta que había entonces en Vindel una fábrica de vidrio de gran calidad e importancia. Y era este preciado vidrio el que obligaba a sus habitantes a viajar por provincias y puertos del país. Uno de sus principales destinos eran los puertos de Bilbao. Allí lo vendían, o intercambiaban con otros productos como azúcar, cacao, garbanzos, arroz, alubias o pescados frescos y secos. Eran estos vecinos, nómadas que pasaban la mayor parte del tiempo en caminos, ventas, posadas mientras el pensamiento se llenaba con el recuerdo de aquel pueblo escondido entre las montañas, y al que soñaban volver con las alforjas cargadas.
El vidrio ha sido uno de los materiales más singulares que ha utilizado el ser humano a lo largo de los tiempos. Quizás, uno de los más comunes e imprescindibles. Recipientes, ventanas, muros e incluso el remedio principal para la vista, las gafas, dependen del vidrio. Vindel crece junto al frondoso río de mismo nombre y a las laderas calizas que lo abrazan. Y con la unión del agua y la arena acoge un elemento cultural único y de gran importancia histórica: una fábrica de vidrio.
Este municipio está documentado ya desde el siglo XII, en tiempos de la conquista cristiana pero es tras la construcción de su modesta iglesia, de bellos rasgos arquitectónicos, de la Asunción en el siglo XV cuando se otorga una personalidad al municipio. Sus calles junto a sus casas de arquitectura popular se arremolinan alrededor de la plaza, donde destaca su olmo y su fuente.
Y es este agua y la arena y la cal del entorno, los que escribieron la página más importante de la historia de Vindel. Con ellos, se fabricó el vidrio, elemento esencial en la historia de la humanidad y que en la provincia de Cuenca, y especialmente en la Serranía, encontró aquí su gran exponente. Es posible que incluso de aquí saliera vidrio para los cristales que decoran el Monasterio del Escorial. En el siglo XVII, en las Visitas del obispado del año 1661, se menciona que habita allí Pedro de Santullán, maestro mayor del ingenio del vidrio de Vindel.
En el siglo XVIII y XIX, la fábrica alcanza su máximo apogeo. Para entonces es dueño Don Felipe Andino y Virero. En 1840, los carlistas la aprovechan para elaborar granadas de vidrio que utilizaron después en la primera conquista de Cuenca. Que Vindel, acuciado por la extrema despoblación y aprovechando los recursos que el entorno le ha proporcionado, acoja una fábrica de vidrio con larga trayectoria histórica es un patrimonio cultural de incalculable valor. Sin embargo, actualmente, poco se conoce de este ancestral oficio y sus saberes asociados.
Vidrio y arriería están indisolublemente ligados y forman parte de la identidad y la memoria colectiva de este pueblo serrano.
EL PROYECTO «VINDEL, UN PUEBLO VIDRIERO Y ARRIERO» ESTÁ DESARROLLADO POR VESTAL ETNOGRAFÍA Y FINANCIADO POR EL AYUNTAMIENTO DE VINDEL Y LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CUENCA.