Un abuelo y una abuela se juntan en la plaza junto a su nieta y primos en una templada noche de mayo, víspera de la romería a Esperanza. Impulsados por la voraz curiosidad de los jóvenes, recuerdan historias de otros tiempos que parecen cuentos, pero no lo son…
Enclavado en el corazón de la meseta, el municipio de Lillo atesora los principales atributos de la Mancha. Perteneciente a la Comarca de Ocaña, se encuentra asentado sobre una extensa llanura bien definitoria del paisaje manchego y una situación geográfica que le proporciona un valor incalculable al territorio. Y es que, paradójicamente, esta planicie de carácter árido, con acentuadas sequías estivales y bajas precipitaciones tiene como principal protagonista al agua.
Ríos que rodean el término, lagunas que lo rellenan, pero, ante todo, unos acuíferos que lo engloban, que lo inundan todo bajo nuestros pies. Masas de agua que dan paso a la vida. Y unos habitantes que, conociendo las riquezas de sus entrañas, se adaptaron a su medio. Aprovechando las aguas de lluvia con aljibes; las superficiales con molinos y aprovechamientos de la barrilla o el salitre; y las subterráneas excavando pozos en busca del agua duz, hicieron de Lillo un auténtico oasis.
El proyecto Lillo: en busca del agua entre cuencas, financiado por el Ayuntamiento de Lillo y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha a través de los fondos de la Unión Europea-Next Generation UE, tiene como objetivo principal la puesta en valor de todo este patrimonio cultural, oficios y conocimientos ecológicos tradicionales asociados al ciclo del agua en el municipio de Lillo.
Es, en definitiva, una oda al ingenio de miles de lilleros y lilleras en busca de saciar su sed y ahuyentar su hambre. Es un homenaje a los miles de mentes que descubrieron un modo de vida acorde con su entorno.
